PERSÉFONE: EL AMOR DE UN DIOS DESPIADADO Y FEROZ

Hades, el dios del inframundo, se encontraba en el Olimpo cuando paso, en su coche tirado por sus temibles corceles negros, por un hermoso bosque, y divisó a una bella joven que jugaba con las ninfas. Era Perséfone, hija de Zeus y Deméter. Quedo prendado de la joven, y  quiso casarse con ella, pero el hecho de que reinará en el submundo, provocó el rechazo de Deméter, pues no deseaba alejarse de su hija.

El dios del inframundo, un dios feroz y despiadado al que no se le aplacaba ni con plegaria ni sacrificio, se encontraba enamorado; por lo que decidió raptar  a la joven y llevarla al Tártaro para casarse con ella.

Perséfone se encontraba acompañada de Artemisa y de las ninfas, cortando flores silvestres que crecían en las verdes laderas de Sicilia. De pronto, vio un hermoso narciso de gran colorido y fragancia tan exquisita que agradaba al cielo, la tierra y el mar; por lo que se dispuso a cortar dicha flor, pero en ese preciso instante se abrió la tierra y emergió Hades, el dios de los Infiernos. El dios sujetó a la joven y la introdujo en sus dominios subterráneos.

Deméter, la diosa de la agricultura, escuchó los gritos de su hija, y supo que la joven había traspasado la frontera del abismo. Deméter comenzó a sentir un gran dolor en su corazón. Se negó a tomar el alimento y bebida de los dioses. Se quitó el tocado y partió en búsqueda de su hija. La peregrinación duró nueve días y nueve noches, la diosa recorrió montañas, cavernas, bosques, cruzó los ríos... Cuando llegaba la noche encendía dos antorchas para continuar la búsqueda en la oscuridad.

En el lago de Siracusa encontró el velo de Perséfone. Luego se encontró con la titánide Hécate que también había oído el grito de Perséfone y le explicó que la cabeza del raptor estaba cubierta de sombras oscuras. Deméter consulta con Helios, el dios del sol, quién le confirma que Hades se había llevado a Perséfone. Rápidamente toma un carro tirado por dos dragones, cruza el espacio y se presenta ante Zeus pidiendo justicia. Se niega a continuar viviendo en el Olimpo y exige la liberación de su hija. Démeter está tan indignada que deja de sustentar la vida, impidiendo que florezca sobre la tierra. 

Zeus envía regalos y mensajes a Deméter para que deponga su actitud y acepte los hechos, es decir su voluntad y la de Hades. Pero ella responde que la tierra seguirá estéril hasta que Perséfone sea devuelta; por lo que Zeus le ordena a Hades que devuelva a Perséfone. Sin embargo Zeus le promete a Démeter que su hija será restituida, siempre y cuando la joven no haya probado la comida de los muertos, pues las reglas no le permiten regresar, ya que formaría parte del submundo.

Entretanto, Perséfone llora continuamente, negándose a comer o beber los manjares que Hades le ofrece. El dios se preocupa por la salud de la joven, pues como una flor, se va marchitando poco a poco. Sabe que tiene que dejarla ir, pues ella se esta dejando matar; por lo que, Hades se acerca a Perséfone y le comunica que él la dejará en libertad pues ha visto que ella sufre y su madre llora por ella. Esta decisión le rompe el corazón a Hades, pero la ama tanto que prefiere dejarla regresar con su madre a verla morir. Entonces Perséfone deja de llorar y decide dar un paseo mientras Hades hace los preparativos necesarios para su viaje. En su paseo la joven se encuentra con un árbol de granada, se deja vencer por el hambre y prueba sus semillas. Finalmente, en Eleusis, Démeter se reencuentra con su hija abrazándola llena de alegría. Pero un testigo informa sobre la granada y Démeter se siente muy desalentada al saber que Perséfone había comido en el mundo de los muertos, quedando así vinculada a Hades. Entonces dijo: "No volveré al Olimpo ni anularé mi maldición sobre la tierra".

Desesperado Zeus instó a Rea, madre de Hades, Démeter, Zeus y demás dioses olímpicos, para que suplique a Démeter no cumplir su amenaza. Al final se llega a un acuerdo: Perséfone pasará seis meses con Hades en el Tártaro y el resto del año con Démeter sobre la faz de la tierra. Hécate se encargará personalmente de la protección de Perséfone ofreciéndose como garante para hacer que el pacto se cumpla.

Es por ello, que en otoño la tierra empieza a languidecer, pues es Démeter apesadumbrada al verse separada de su amada hija, Perséfone; la cual  prodiga tiernas caricias a un dios cruel y despiadado.

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